LA REALIDAD DEL COMBATE ESPIRITUAL
- rccrecreo

- 16 ago
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“El mal que existe en el mundo es el resultado de la intervención en nosotros y en nuestra sociedad de un agente oscuro y enemigo: el Demonio. El mal no es ya sólo una deficiencia, sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa.” Papa Pablo VI, Audiencia General, 15 de noviembre de 1972
Antes de ser bautizado, se unge el pecho con el óleo santo de los catecúmenos, y el sacerdote o diácono reza la siguiente oración: «Para que el poder de Cristo Salvador te fortalezca, te ungimos con este óleo de salvación en el nombre del mismo Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos». Esta unción simboliza la lucha que todos los que pertenecemos a Cristo estamos llamados a librar. Es una lucha contra los enemigos del alma: la carne, el mundo y el diablo.
“El óleo de los catecúmenos es una unción de combatiente; fortifica al catecúmeno para la lucha suprema contra las potencias del mal, disponiéndolo a la renuncia a Satanás, a la profesión de fe cristiana y a sumergirse en las aguas bautismales.” — Javier Sánchez Martínez, Liturgia Fuente y Culmen
San Juan Crisóstomo, en el siglo IV, comentó sobre la unción de los catecúmenos con las siguientes palabras: «Él sabe que, a partir de ahora, el Enemigo se enfurece, rechina los dientes y vaga como león rugiente, al ver que quienes una vez estuvieron bajo su tiranía lo han abandonado repentinamente, lo han renunciado y se han convertido a Cristo». Continúa más adelante: “A partir de ese momento, hay lucha y enfrentamiento contra él, y por eso, como atletas de Cristo, el sacerdote los introduce, a través de esta unción, en el ámbito espiritual”
“El diablo no quiere nuestra santidad, no quiere que seamos discípulos de Jesús. La tentación comienza levemente, crece, contagia y se justifica.” — Papa Francisco, Homilía en Santa Marta, 11 de abril de 2014
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