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Sanación de las heridas de rechazo y abandono

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Padre Dios, todopoderoso y eterno,

bendito y alabado sea tu nombre.

Hoy me presento ante ti con el corazón abierto,

porque sé que tú no rechazas a nadie,

y que tu amor de Padre es más fuerte que cualquier abandono.

Te pido que derrames tu Espíritu Santo sobre mí,

que me envuelvas con tu presencia sanadora,

y que me hagas experimentar que soy tu hijo amado,

acogido, sostenido, deseado desde siempre.


Señor Jesús,

tú que fuiste despreciado, abandonado por los tuyos,

y que desde la cruz abrazaste a todos, entra hoy en mi historia,

en los lugares donde el rechazo dejó marcas profundas.

Sana las heridas que me hicieron sentir que no valía,

que no era suficiente, que no merecía ser amado.


Sana, Señor, las memorias que me atan,

las palabras que me excluyeron,

los gestos que me hicieron invisible.

Sana el miedo a ser rechazado, la ansiedad que me paraliza,

la inseguridad que me impide confiar.


Jesús, por tu Sangre preciosa,

libérame de toda herida que se formó

desde el vientre de mi madre hasta hoy.

Sana mi corazón herido, mi identidad fragmentada,

mi capacidad de vincularme sin temor.


Hoy, en tu nombre, Señor,

elijo perdonar a quienes me abandonaron,

a quienes me rechazaron,

a quienes me hicieron sentir que no era digno de amor.

(Menciona aquí los nombres de quienes deseas perdonar…)

Los perdono, y te entrego ese dolor para que tú lo transformes.


Espíritu Santo, consuélame, restaura mi confianza,

hazme experimentar que no estoy solo.

Padre bueno, hazme nuevo desde dentro.

Dame un corazón libre, capaz de amar sin miedo,

de confiar sin reservas, de vivir como hijo en tu casa.

Todo esto te lo pido,

en el nombre poderoso de Jesucristo,

por la fuerza del Espíritu Santo.

Amén.


®PiedrasVivas

 
 
 

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