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La corrección: una ayuda para crecer

Una obra espiritual en el pensamiento del Papa Francisco

Cuando corregir se vuelve comunión

Hay momentos en que el otro se equivoca. En sus palabras, en sus decisiones, en su camino. Y ahí aparece la tentación: señalar, juzgar, apurar. Pero la corrección, vivida como obra de misericordia, no es castigo ni superioridad. Es acto de comunión, gesto de ternura, medicina que sana sin herir.

El Papa Francisco lo dice con fuerza:

“No se puede corregir sin amor. Sería como hacer una cirugía sin anestesia.”

Corregir al que yerra es una obra espiritual que exige humildad, discernimiento y caridad profunda.


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Jesús, maestro de la corrección misericordiosa

Jesús corrigió muchas veces. A Pedro, cuando quiso evitar la cruz. A los discípulos, cuando discutían por el poder. A la mujer samaritana, cuando vivía en confusión. Pero nunca lo hizo con dureza. Siempre corrigió desde el amor, desde el encuentro, desde la verdad que libera.

Francisco nos recuerda:

“La corrección fraterna es medicina. Si no se hace con caridad, se convierte en agresión.”

Jesús no humilla: restaura. No impone: invita. No condena: libera.


La corrección como acto de discernimiento

Corregir tampoco es reaccionar. Es discernir. Francisco insiste en que antes de corregir, hay que mirar el propio corazón.

“Si tú no eres capaz de corregirte a ti mismo, no estás preparado para corregir al otro.”

La corrección fraterna exige:

  • Oración previa

  • Escucha profunda

  • Palabra justa

  • Tiempo oportuno

  • Ternura en el tono

No se trata de tener razón, sino de ayudar al otro a reencontrarse con la verdad.


Obstáculos para corregir fecundamente

  • El juicio que humilla

  • La impaciencia que apura

  • La soberbia que impone

  • El miedo que calla

  • El gusto por señalar


Francisco advierte:

“Si sientes placer al corregir, eso no viene del Señor.”

San Miguel, como custodio del discernimiento, nos ayuda a purificar la intención y a corregir con misericordia.


Corregir en la vida pastoral

En la catequesis, en la comunidad, en la familia, corregir es servicio de comunión. No se trata de controlar, sino de acompañar. No se trata de imponer, sino de orientar. No se trata de señalar, sino de sanar.

Francisco nos invita a vivir esta obra como gesto de esperanza:

“La corrección fraterna es una ayuda para crecer.”

A veces no sabemos cómo corregir. Entonces, oramos por el otro. Y esa intercesión silenciosa se vuelve corrección invisible, presencia que sostiene, ternura que fecunda.


Corregir como gesto de misericordia

Corregir al que yerra es una obra de misericordia que transforma. No se trata de dominar, sino de servir. No se trata de juzgar, sino de sanar. No se trata de hablar, sino de amar en la verdad.


Que esta jornada de la Cuaresma de San Miguel nos enseñe a corregir como Jesús: con gestos, con parábolas, con silencios. Y que San Miguel nos custodie para que nuestra palabra sea luz, y nuestra corrección, camino de esperanza.

 
 
 

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