La paciencia vence: entre el fuego de la ira y la fecundidad del tiempo
- rccrecreo

- 4 sept
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La ira es una fuerza que, cuando no se ordena, desfigura el alma. Puede nacer del dolor, de la frustración, de la sensación de injusticia. Pero cuando se convierte en hábito, rompe vínculos, oscurece el juicio y deja al corazón sin paz. En cambio, la paciencia no es pasividad ni resignación: es una virtud activa, una forma de fortaleza que sabe esperar, que transforma el impulso en comunión.

La paciencia en el Catecismo
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la paciencia es uno de los frutos del Espíritu Santo (n. 1832), y la define como una perfección que el Espíritu forma en nosotros como primicia de la gloria eterna. También afirma que:
“La paciencia todo lo alcanza.” (CEC n. 227)
Esta frase, tomada de Santa Teresa de Jesús, revela que la paciencia no es solo resistencia, sino confianza profunda en Dios, incluso en la adversidad. El Catecismo también vincula la paciencia con el esfuerzo misionero (n. 854), mostrando que toda transformación espiritual y comunitaria requiere tiempo, espera, perseverancia.
San Francisco de Sales: la paciencia que transforma
San Francisco de Sales, llamado el “santo de la mansedumbre”, dedicó su vida a dominar su temperamento y a enseñar que la paciencia no solo soporta el mal, sino que lo transforma en bien. Decía:
“La paciencia no es la virtud de los débiles, sino de los fuertes que saben dominarse.”
Para él, la paciencia es camino de santidad, porque permite que la gracia actúe sin obstáculo. Es también una forma de humildad, porque reconoce que el tiempo de Dios no siempre coincide con el nuestro.
San Juan Crisóstomo: la mansedumbre como poder espiritual
San Juan Crisóstomo, cuya sabiduría ilumina esta jornada, enseñaba que la mansedumbre es más poderosa que la violencia. En sus homilías sobre el Evangelio de Mateo, afirmaba:
“El que domina su ira es más fuerte que el que conquista una ciudad.”
La paciencia, en su visión, es una forma de sabiduría encarnada: no se trata de reprimir el enojo, sino de transformarlo en discernimiento, en espera fecunda, en comunión restaurada.
P. Roger Araújo: la paciencia como camino de paz
El P. Roger Araújo, en una de sus reflexiones sobre el Evangelio, escribió:
“La paciencia es el arte de saber esperar en Dios, sin desesperar, sin juzgar, sin herir. Es la virtud que nos permite respirar antes de reaccionar, y amar antes de responder.”
Esta frase condensa el espíritu de la jornada: la paciencia vence no porque se impone, sino porque transforma. Es el fuego que no destruye, sino que purifica. Es el agua que no arrasa, sino que fecunda.
Elegir el tiempo de Dios
San Benito lo expresa con fuerza:
“La ira es fuego que destruye. La paciencia es agua que fecunda.”
La paciencia no es debilidad: es poder que elige el tiempo de Dios. Es la virtud que vence sin herir, que transforma sin imponer, que espera sin desesperar.
Que esta enseñanza nos ayude a vivir la Cuaresma de San Miguel como camino de mansedumbre, y que el Año Jubilar de la Esperanza nos devuelva la paz que el rencor nos robó.



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