Súplica para tiempos de combate
- rccrecreo
- 27 ago
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Augusta Reina de los Cielos: una súplica revelada para tiempos de combate espiritual
En el corazón de la tradición católica, algunas oraciones no nacen simplemente de la pluma humana, sino de una experiencia mística que interpela al alma y a la historia. Tal es el caso de la oración Augusta Reina de los Cielos, una súplica ardiente a la Virgen María como Reina de los Ángeles, invocando su poder celestial para combatir las fuerzas del mal.

Origen místico: la visión del Padre Cestac
La oración fue revelada en 1864 al Beato Louis-Edouard Cestac, sacerdote francés y fundador de la Congregación de las Siervas de María. En una experiencia espiritual profunda, el Padre Cestac vio demonios esparcidos por la Tierra, causando estragos invisibles pero reales. En medio de esa visión, se le apareció la Santísima Virgen, quien le comunicó que había llegado el momento de invocarla como Reina de los Ángeles, pidiéndole que enviara sus legiones celestiales para combatir el mal2.
El diálogo entre el sacerdote y la Virgen fue revelador:
“Madre mía, siendo tan bondadosa, ¿no podríais ordenarlo sin que os lo pidieran?” “No —respondió María—, pues la oración es una condición impuesta por Dios mismo para alcanzar las gracias.”
Así, la oración fue dictada por la Virgen al Padre Cestac, quien la difundió con fervor. Su contenido refleja una teología profundamente bíblica y mariana: María como la mujer del Génesis que aplasta la cabeza de la serpiente, como Reina de los ejércitos celestiales, y como Madre tierna que intercede por sus hijos.
Reconocimiento eclesial y difusión
La oración fue recomendada por el Papa Pío IX y enriquecida con indulgencias por los papas León XIII y San Pío X. Su uso se extendió rápidamente entre fieles, comunidades religiosas y movimientos marianos, especialmente en contextos de lucha espiritual, misiones, y momentos de aflicción.
En su estructura, la oración combina:
Invocación a María como Reina y Señora de los Ángeles
Petición de envío de legiones celestiales
Afirmación del poder divino (“¿Quién como Dios?”)
Clamor por protección contra el enemigo espiritual
Intercesión de los Santos Ángeles y Arcángeles
Espiritualidad de combate y ternura
Lo que distingue esta oración es su equilibrio entre firmeza espiritual y ternura mariana. No es una oración de miedo, sino de confianza. Reconoce la realidad del mal, pero afirma con fuerza que María, por voluntad divina, tiene poder para aplastar la cabeza de Satanás. Al mismo tiempo, se dirige a ella como “buena y tierna Madre”, fuente de esperanza y amor.
Vigencia actual
En tiempos de confusión, ataques espirituales y heridas invisibles, esta oración vuelve a resonar con fuerza. Comunidades como la Mirada Misericordiosa y otros movimientos de espiritualidad mariana la han retomado como parte de su vida diaria, reconociendo que el combate espiritual no se libra solo, sino bajo el amparo de María y sus legiones celestiales.
Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles,
que desde el principio del mundo has recibido de Dios,
el poder y la Misión de aplastar la cabeza de Satanás,
te pedimos humildemente,
que envíes a las legiones celestiales para que,
por tu mandato,
persigan a los demonios,
los combatan en todas partes,
repriman su audacia
y los devuelvan al abismo.
¿Quién puede compararse con Dios?
¡Oh, buena y tierna Madre!
Tú serás siempre nuestro amor y nuestra esperanza.
¡Oh, Madre de Dios!
Envía a los santos Ángeles y Arcángeles
para defendernos y mantener lejos de nosotros
al cruel enemigo.
Santos Ángeles y Arcángeles,
defendednos y protegednos.
Amén
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