Origen de la Cuaresma de San Miguel
- rccrecreo
- 4 sept 2022
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Una tradición franciscana, la llamada Cuaresma de San Miguel Arcángel, es un tiempo especial de oración y penitencia. Tiene su inicio el día de la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, 15 de agosto, y termina el día 28 de Setiembre, vísperas de la fiesta en honra a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

San Francisco de Asís fue un santo que en su vida mortal procuró nutrir su alma para no enfriar su amor por Jesús, con un espíritu de oración y sacrificio muy grande.

Él realizaba por año tres cuaresmas, además de otro período de ayuno y oración en honra a la Madre de Dios, por la cual tenía un dulce y especial amor, que iba de la Fiesta de San Pedro y San Pablo Apóstol a la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora. Fue de un modo muy especial que, en la Cuaresma de San Miguel Arcángel, Dios coronó a Francisco de gracias abundantes, entre ellas la de marcarlo en su cuerpo, por el profundo deseo de imitar a su Hijo Jesucristo, con las señales de su Pasión.
Todas esas cuaresmas eran realizadas en el Monte Alverne. (Alverne: “verna” viene de “vernare”, verbo utilizado por Dante y que significa “hace frío”, hiela).
San Buenaventura dice en “Leyenda Mayor”, en su capítulo 9, párrafo 3 de los escritos biográficos de San Francisco: “un vínculo de amor indisoluble le unía a los ángeles cuyo maravilloso ardor lo ponía en éxtasis delante de Dios e inflamaba las almas de los elegidos”.
Por devoción a los ángeles, celebraba una cuaresma de ayunos y oraciones durante los cuarenta días que siguen a la Asunción de la Santísima Virgen María.
San Miguel, sobre todo, a quien cabe el papel de introducir a las almas al paraíso, era objeto de una devoción especial, en razón del deseo que tenía el santo de salvar a todos los hombres.

Era de conocimiento de Francisco la autoridad que el Arcángel Miguel tiene en el auxilio de las almas, en salvarlas en el último instante de vida y el poder de ir al purgatorio a retirarlas de allí.
Ese era el principal motivo por el cual Francisco realizaba su cuaresma y lo encontramos relatado en la Leyenda Terusiana en el número 93 de su biografía, en la cual el santo va a decir en el año 1224, año en que recibió los estigmas al avistar el monte Alverne en visita a la ermita: “Para honra de Dios, de la Bienaventurada Virgen María y de San Miguel, Príncipe de los Ángeles y de las almas, quiero hacer aquí una cuaresma”
Es en este mismo año que el realizó la primer cuaresma en honra de san Miguel Arcángel y así lo relata la Leyenda Mayor de su biografía. En su primer cuaresma en honra al Glorioso Arcángel Miguel, sintió con mas abundancia que nunca, la suavidad de la contemplación celeste, el ardor de los deseos sobrenaturales, la profusión de gracias divinas transportando hasta Dios un fuego de amor seráfico, y transformado por los arrobos de una profunda compasión en aquel que, en sus extremos de amor, quiso ser crucificado.
Cierta mañana oraba en una de las partes del monte, se aproximaba la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, y vio descender de lo alto del Cielo un serafín de seis alas flameantes, el cual, en un rápido vuelo, llegó cerca del lugar donde estaba el hombre de Dios. El personaje se le apareció no solo munido de alas, sino también crucificado, manos y pies extendidos y atados a una cruz. Dos alas se elevaban por encima de su cabeza, otras dos estaban abiertas para el vuelo, y las dos últimas le cubrían el cuerpo.
Tal aparición dejó a Francisco sumergido en un profundo éxtasis, mientras en su alma se mezclaba la tristeza y la alegría: una alegría desbordante al contemplar a Cristo que se le manifestaba de una manera tan milagrosa y familiar, pero al mismo tiempo un dolor inmenso, pues la visión de la cruz traspasaba su alma con una espada de dolor y de compasión.
Aquel que así externamente aparecía, lo iluminaba también internamente. Francisco comprendió entonces que los sufrimientos de la pasión de modo alguno pueden tocar un Serafín que es un espíritu inmortal. Pero esa visión le fue concedida para enseñar que no era el martirio del cuerpo, sino el amor que incendió su alma que debía transformarlo, volviéndole semejante a Jesucristo.
Después de una conversación familiar, que nunca fue revelada a los otros, desapareció aquella visión, dejándole el corazón inflamado de un ardor seráfico e imprimiéndole en la carne la semejanza externa con el crucificado, como una marca, una señal en la cera que el calor del fuego hizo derretir.
Luego comenzó, como efecto, el aparecer en sus manos y pies de las marcas de los clavos. Cuando el verdadero amor transformó al amigo de Cristo en semejanza de Aquel que él amaba, terminando los cuarenta días previstos en el monte y en soledad, llegó la fiesta de San Miguel; y Francisco, hombre evangélico, descendió del Monte, trayendo la imagen del crucificado, no esculpida en tablas de piedra o de madera por la mano de algún artificio, sino reproducida en su propia carne por el dedo del Dios Vivo.
Francisco para no igualarse a Jesús que quedó 40 días y 40 noches en ayuno total, comió al final de estos días un pedazo de pan y bebió agua pues encontraba indigno igualarse a Jesús.

¿Cuándo comienza y termina
la cuaresma de San Miguel?
La Cuaresma de San Miguel Arcángel comienza el 15 de agosto -Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María- y se extiende hasta el 29 de septiembre, cuando celebramos a San Miguel junto con los otros Arcángeles Gabriel y Rafael.
Del 15 de agosto al 29 de septiembre, hay 46 días.
Como sabemos la Cuaresma no sólo se compone de oraciones, sino que además es un tiempo de penitencia, donde el ayuno tiene su parte, es por este motivo que los domingos no se realiza, el domingo es el día en que buscamos enfatizar el Día del Señor.
Dicho esto debemos recordar también que la llamada “Cuaresma de San Miguel” no se restringe a esta época del año, se puede realizar, -y de hecho San Francisco lo hacía-, en otros momentos del año sin interferir con los tiempos litúrgicos fuertes de la Iglesia –Cuaresma, Pentecostés, Navidad-.
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